Canarias a pie, turismo sostenible en el archipiélago surgido del magma y el fuego

Caminar por esos parajes salidos del fuego, recorrer las islas Canarias a pie por sus innumerables senderos, es la manera más ecológica y sostenible de descubrir esa otra parte del archipiélago que va más allá del manido sol y playa. Todas las islas del archipiélago cuentan con una red de sendas balizadas, en su mayoría herederas de viejos caminos reales, cañadas de pastores e incluso pasos históricos utilizados desde época aborigen para comunicar valles entre sí. Con la ventaja añadida del envoltorio único: parajes volcánicos salidos de las entrañas de la Tierra, selvas de laurisilva que nos transportan al Terciario o medianías salpicadas de plataneras, palmeras y aldeas adormiladas de picón y piedra volcánica.

Uno de los mejores senderos, no solo de Canarias sino de toda España, es la ruta de los Volcanes de la isla de La Palma. La senda une todo el espinazo de la isla, con inicio en el refugio del Pilar, cerca de la pista que une El Paso con San Isidro. La ruta de los Volcanes enlaza cráter con cráter a través de un paisaje torturado y único, donde la lava, las escorias y las extrusiones basálticas pintan el decorado con toda la gama del ocre al negro.

El primer volcán que se asciende es el Birigoyo, de 1.774 metros de altitud, el tramo más abrupto del recorrido, que se compensa con la fantástica panorámica desde la cumbre. Después se pasa por el cráter del San Juan, conocido como Hoyo Negro porque sus afiladas crestas y sus oscuras intimidades resumen la fuerza creadora y destructora que se almacena en el fondo del planeta Tierra. Luego se pasa por la ladera del volcán Duraznero, tapizadas por un manto de lapillis (escoria volcánica vitrificada), que asemeja las caprichosas formas que las olas modelan en la arena. El punto final se sitúa en la boca del San Antonio, cerca de Fuencaliente, uno de los cráteres más grandes y evidentes de La Palma. Aunque parezca una invención de caminantes modernos, muchos tramos de esta ruta de los volcanes palmeros fueron utilizados desde antiguo por mercaderes, campesinos y jornaleros. 

Si hablamos de vulcanismo y senderismo, hay que hablar también de Lanzarote, la isla que mejor representa esa otra Canarias de islas pequeñas, genuinas y menos explotadas. Entre sus roques y malpaíses, entre sus piedras basálticas y campos de tuneras, se despliega uno de mis senderos favoritos del archipiélago: el camino natural de Órzola a Playa Blanca. Una senda marcada con señales rojas y blancas que nace en el norte de la isla, en el puerto de Órzola -un pueblo blanco y pescador desde donde salen los ferris a La Graciosa- y termina 71 kilómetros después en el sur, en Playa Blanca.

En unas cinco jornadas se atraviesan los parajes más bellos y naturales de la isla: el malpaís del monumento natural La Corona, el paisaje protegido de La Geria -con sus curiosos viñedos alineados milimétricamente en los campos de picón negro- o el parque natural de Los Volcanes, en las cercanías del parque nacional de Timanfaya. Se pasa también por la ermita de la Virgen de las Nieves, una subida dura que alcanza la mayor cota del recorrido: 600 metros de altitud. Y se puede dormir en pueblecitos blancos y encantadores como Haría -donde está la casa-museo de César Manrique, el artista que más hizo por conservar la esencia paisajística de Lanzarote - o Teguise, la antigua capital de la isla.

En la isla de Tenerife existen también muchas posibilidades, buena parte de ellas dentro del parque nacional de las Cañadas del Teide. Las autoridades del parque ofrecen información y servicios de guías desde el centro de visitantes de El Portillo; por ejemplo, la ruta de las Siete cañadas (cinco horas), la del Roque del Peral (dos horas) o la que lleva al Risco Verde (tres horas). Pero la estrella del parque es sin duda la ascensión al Teide desde la zona de Montaña Blanca. La aventura requiere dos jornadas y es exigente, recomendable solo para senderistas con cierta experiencia; pero otorga a cambio el placer de ascender a la cima de España en medio de uno de los escenarios más fantásticos que un caminante pueda imaginar. Toda una experiencia.

En la pequeña isla de El Hierro se puede caminar por un sendero cargado de histórica. Se trata del camino que une la ermita de la Virgen de los Reyes, en un extremo de la isla, y Valverde, la capital, en la otra punta, por el que cada cuatro años se celebra la Bajada de la Virgen. La romería conmemora un hecho acaecido en 1745, cuando una feroz sequía hizo agonizar a los campos herreños. Los pastores de la Dehesa decidieron sacar en rogativa a su señora, la Virgen de los Reyes, pero el clero se lo prohibió. Ellos hicieron caso omiso del veto y de noche, casi a escondidas, llevaron a la Virgen desde su ermita hasta Valverde, cruzando toda la isla por las cumbres volcánicas para no ser vistos. Al amanecer rompió a llover. El camino que siguieron discurre aún hoy por toda la cumbre del Malpaso y está perfectamente delimitado por rayas, en las que los habitantes de un municipio deben de entregar la Virgen a los del siguiente, de manera que todos la porten en su viaje. Es un sendero largo y con mucho desnivel, pero como dicen los herreños: "Por ver a la Madre amada, no siento la caminada". 

Más sencillos son los senderos de Gran Canaria, muchos de ellos recogidos en una guía de senderos publicada por el Cabildo insular. La Cruz de Tejeda, en el centro geográfico de la isla, es el inicio de varios de ellos. Uno lleva hasta Teror a lo largo de 12 kilómetros, casi todos en descenso, por los parajes más lluviosos y húmedos de la isla. Otro más sencillo, que se puede resolver en un par de horas, aprovecha un antiguo camino de marchantes de ganado y arrieros que iba hasta Las Lagunetas. Más sugerentes aún son las sendas que rodean el Roque Nublo, un pináculo volcánico perteneciente a los materiales más antiguos que formaron la isla, declarado Monumento Natural por el gobierno canario.

Y para que todo no sean desniveles por laderas volcánicas, se puede terminar este viaje a pie por las islas canarias en Fuerteventura, en la península de Jandía. Este trozo del Sáhara desprendido del continente y varado al sur de la isla majorera es el parque natural canario con más kilómetros de costa, amén de uno de sus últimos lugares vírgenes. Durante kilómetros y kilómetros, el paisaje permanece inalterado por la mano del hombre, con grandes acantilados en la costa norte y jables (zonas llanas y onduladas formadas por dunas fijas de arena) por todo el parque. Aunque hay rutas singulares, como el Camino de los Presos, en el jable del Istmo, construido por presos políticos durante la dictadura franquista, en Jandía es suficiente con calzarse las botas y recorrer los kilómetros de playas desiertas de Barlovento, de Sotavento o de Cofete para darse un festín senderista en un paisaje único.

La Firma invitada de Pin and Travel: Paco Nadal

Paco Nadal lleva más de dos décadas publicando reportajes de viajes en revistas especializadas como El viajero (El País), Altaïr, Viajar, Lonely Planet, Traveler, Siete Leguas o Viajes (National Geographic), así como escribiendo guías de viaje. Es autor de El blog de viajes de Paco Nadal (El País), una de las bitácoras de viajes más leídas e influyentes de habla hispana, donde relata sus aventuras.  

Durante su carrera ha colaborado en diversos programas de radio y televisión en TVE, RNE, Onda Cero, La Ser..., así como dirigido y escito guiones para la primera serie documental de temática de viajes realizada en España. Dirige y presenta las series documentales Aventura x2, sobre viajes y aventuras, y Viaje a las profundidades, sobre buceo y vida submarina.  

Su libro El cuerno del elefante fue el primero que la prestigiosa editorial National Geographic publicaba de un autor en español.

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